Pareja de paramédicos hallados muertos en Tlaxcala: una versión oficial que despierta más dudas que respuestas
Tenancingo, Tlaxcala.
El silencio y el misterio envuelven la trágica muerte de Yareli N. y Adán N., una pareja de paramédicos encontrados sin vida en un departamento deshabitado. A más de una semana del hallazgo, la versión proporcionada por la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de Tlaxcala ha generado indignación y desconcierto, no solo entre los familiares, sino también en la comunidad.
Según la hipótesis oficial, ambos habrían combinado e ingerido medicamentos, lo que les provocó una intoxicación mortal. Sin embargo, esta explicación ha sido calificada como inverosímil, considerando los conocimientos en medicina y primeros auxilios que ambos poseían por su experiencia como Técnicos en Urgencias Médicas.
El hallazgo en un escenario desolador
El departamento donde se encontraron los cuerpos estaba completamente vacío, salvo por una colchoneta sobre la que yacían sin vida. Este lúgubre escenario, lejos de aclarar los hechos, ha levantado más preguntas: ¿qué hacían en un lugar abandonado? ¿Quién o qué los llevó allí?
Los paramédicos, conocidos por su dedicación y preparación, habían desaparecido cuando planeaban asistir a una fiesta en Amozoc. Sus cuerpos fueron encontrados días después, sumiendo a sus familias en una agonizante espera.
Familias exigen respuestas
Los familiares de Yareli y Adán han alzado la voz, exigiendo que las autoridades entreguen los cuerpos para darles cristiana sepultura. Aseguran que, hasta ahora, la investigación avanza a un ritmo lento y con inconsistencias.
“La versión que nos han dado no tiene sentido. Queremos respuestas claras y que se haga justicia. No descansaremos hasta saber la verdad”, declaró un allegado a la pareja.
Un caso lleno de dudas
La comunidad médica y los cercanos a la pareja han cuestionado el informe de la FGJ. La teoría del envenenamiento autoinfligido contradice los protocolos que cualquier profesional de la salud sigue. La ausencia de evidencia concluyente y el hermetismo de las autoridades solo avivan la desconfianza.
Mientras tanto, los cuerpos permanecen en custodia, y las familias enfrentan la doble angustia de no poder despedir a sus seres queridos mientras las interrogantes siguen sin resolverse.
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