El jueves 27 de febrero, alrededor de las 5:15 de la tarde, una escena de desesperación se desató en los Fuertes de Loreto, Puebla. Un hombre, en un acto que rápidamente sería calificado como un secuestro canino, se llevó a un perro de raza labrador. Sin mediar palabra, y con un despliegue de violencia, el hombre levantó al perro y lo subió a un vehículo de modelo antiguo. La dueña, angustiada, inmediatamente activó el GPS del collar de su mascota, y comenzó una carrera contra el tiempo que la llevaría a los secuestradores.
Con el corazón acelerado, la mujer no se detuvo ante nada. Siguió las señales del GPS hasta llegar a la calle 42 Poniente 903, en una vecindad donde el secuestrador, junto con una mujer, le abrió la puerta. La tensión era palpable. Desesperada, la dueña gritó el nombre de su perro, quien, al escuchar su voz, salió corriendo hacia ella. Un momento que pareció un milagro.
Sin embargo, algo aún más inquietante sucedió. Al asomarse dentro de la vecindad, la mujer descubrió que había más perros de diversas razas, lo que sugerencia que el hombre no era un simple ladrón de mascotas, sino que posiblemente estaba robando más lomitos.
Con su fiel compañero de regreso, la mujer no perdió tiempo y lo llevó a la clínica veterinaria. El diagnóstico no fue alentador: las patas y el cuello del perro estaban severamente lastimados debido al violento forcejeo durante el secuestro. Tras asegurarse de que su mascota recibiera atención, la dueña decidió dar el siguiente paso, presentando una denuncia formal ante la Fiscalía de Puebla.
Este caso pone en evidencia la creciente preocupación por el robo de animales en diversas regiones, un acto que no solo hiere a los dueños, sino que refleja una alarmante falta de respeto por la vida y el bienestar de los seres más vulnerables. Es importante que como sociedad tomemos conciencia de estos actos y apoyemos la denuncia de los responsables. El robo de mascotas es un crimen que debe ser castigado.
Este suceso resalta la importancia de estar alertas y de actuar rápidamente cuando nuestros seres queridos, incluso los de cuatro patas, son víctimas de un crimen. Es vital que como comunidad sigamos educando sobre el respeto hacia los animales y denunciemos cualquier acción que atente contra su bienestar. No solo se trata de un perro; se trata de un acto de justicia y de valentía.
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