Bajas temperaturas, altas tragedias: dos indigentes pierden la vida en Tehuacán
El frío llegó silencioso, cortante, y con él, la tragedia. En Tehuacán, donde las noches de invierno han comenzado a desplomarse hasta los 4 grados centígrados, dos vidas se apagaron, víctimas de una estación implacable que no perdona a los vulnerables.
El primero cayó el 25 de noviembre, buscando cobijo bajo un automóvil estacionado. Era un hombre cuyo nombre nadie pronunció. Allí, en la soledad de la madrugada, su cuerpo cedió al frío. Vecinos lo encontraron al amanecer, un testigo mudo del abandono que acecha en cada esquina.
El segundo llegó doce días después, el 12 de diciembre. Un anciano fue hallado sin vida, vencido por el frío y el alcohol que, quizás, creyó abrigo. No llevaba más que su ropa gastada, insuficiente para enfrentar la helada.
Ambos casos sacudieron a Tehuacán, donde el invierno suele ser tan cruel como indiferente. En portales frente a la Catedral, decenas de personas en situación de calle sobreviven con lo que pueden, esperando, tal vez, la llegada de una cobija o un gesto de solidaridad.
Organizaciones civiles han alzado la voz, exigiendo medidas urgentes: un dormitorio municipal más eficiente, distribución de ropa de abrigo y campañas para proteger a los más desamparados.
El invierno avanza, y con él, el riesgo de que estas tragedias se repitan. Porque aquí, en la ciudad que duerme al pie de la sierra, el frío no pregunta nombres ni historias, simplemente arrebata.